Este mes celebramos a todas las mamás, a todas aquellas mujeres que nos han dado la vida, pero no sólo el día de nuestro nacimiento, sino desde el momento de nuestra concepción hasta el día de hoy, porque ser madre comprende un sin fin de donaciones continuas.
Celebramos a todas esas mujeres llenas de fuerza, tanto espiritual, física y moral, que descubren que Dios les confía de un modo especial al ser humano. Es por eso que ser madre es toda una vocación, que conlleva amor, generosidad, entrega y también sacrificios y tantas veces dolor.
Muchas ocasiones al saber de las historias de algunas mamás, les he preguntado de dónde sacan tanta fuerza, ellas responde que de Dios, por el hecho de que él “les confía a sus hijos”; y así en diversas condiciones incluso, en las condiciones de discriminación social en la que pueda encontrarse, luchan por sus hijos. Esta conciencia y vocación, hablan de la dignidad que la mujer recibe de parte de Dios mismo, y todo ello la hace «fuerte» y la reafirma su todo su ser. De este modo, la madre se convierte en un apoyo insustituible y en una fuente de fuerza espiritual para los demás, que perciben la gran energía de su espíritu. A estas mujeres deben mucho sus familias y, a veces, también las Naciones.
La maternidad de cada mujer, vista a la luz del Evangelio, no es solamente de la carne y de la sangre, pues en ella se manifiesta la profunda «escucha de la palabra del Dios vivo» , porque la maternidad es un don de Dios, donde podemos ver su amor, ya que nos ama al punto que nos ha regalado el don de ser co-creadores, es decir, todos estamos llamados a dar vida, es fruto de la misericordia de Dios y de cada mamá, que nos han dado la vida pronunciando un SI.
Este mes esta también dedicado a María, nuestra Madre Espiritual, en ella encontramos el prototipo perfecto de la maternidad, pues ella ha aceptado al Hijo que Dios le manda, criándolo con amor, acompañándolo en todo momento, en las alegrías y sufrimientos, estado con él al pie de la Cruz. Encomendemos a su maternal cuidado y siempre recordemos lo que le dijo a Juan Diego: “¿No estoy yo aquí, que soy tu Madre? ¿No estas bajo mi sombra y resguardado? ¿No soy yo la fuente de tu alegría? ¿No estas en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos?
Muchas felicidades a todas la mamás, que Dios las llene de bendiciones a cada momento, gracias por todo lo que hacen, por todo lo que nos dan, gracias por su entrega generosa, gracias por ser mamás.