Once jóvenes reclusos de la cárcel Ferrante Aporti de Turín (Italia) almorzaron junto al Papa Francisco en el Arzobispado de esa ciudad italiana el domingo 21 de junio.
Esta cárcel de Turín es la que inspiró a San Juan Bosco a desarrollar su sistema educativo con el objetivo promover a los jóvenes y mejorar sus vidas. El actual capellán del lugar es el P. Domenico Ricca. Este sacerdote salesiano explicó a ACI Prensa que fue el mismo Papa quien hizo la invitación para el almuerzo.
“Me encontré con el Papa hace dos años y enseguida le hablé de una posible visita por su parte a los jóvenes detenidos de Ferrante Aporti. Yo había visto que había visitado la cárcel para menores de Casal de Marmo en Roma, en su primer Jueves Santo como Papa, y esperaba que pudiera venir también hasta nosotros”, dijo el P. Ricca.
El sacerdote aseguró que para él era muy importante que los jóvenes a quienes asiste tuvieran la oportunidad de conocer al Pontífice, pero “hasta el último momento, he temido que no pudiera ser. El programa de la jornada era muy intenso y si el Papa nos hubiera visitado habría sido imposible para él cumplir con todos los compromisos”.
“Más tarde desde el Vaticano llegó la propuesta del almuerzo en el Arzobispado porque para el Papa era muy importante encontrar a los muchachos detenidos”, señaló.
El P. Ricca indicó que para Francisco “este tipo de cosas simbólicas y demostrarles su cercanía es primordial. Quizá un almuerzo sea considerado algo insignificante, pero la verdad es que tiene un valor simbólico muy fuerte, especialmente para los jóvenes que seguramente no esperaban una sorpresa igual”.
Según informó el vicedirector de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, P. Ciro Benedettini, los jóvenes tienen entre 17 y 21 años de edad. Con ellos también almorzaron algunas familias humildes, una de las cuales era de origen rumano.
No es la primera vez que los jóvenes salen de la cárcel, señala el P. Ricca “pero es obvio que la salida para comer con el Papa es algo más especial”.
El Santo Padre llegó al Arzobispado y el encuentro tuvo poco más de una hora de duración. Fue recibido por la dirección y el personal de la cárcel junto el P. Ricca. “Los chicos estaban contentos, comieron bien, también estaban impresionados. Al final, cuando subimos a la azotea para tomar la foto no dejaban de darme las gracias”.
Al principio, los muchachos se mostraron tímidos pero poco a poco se relajaron y comenzaron a hacer preguntas al Pontífice. “Le han pedido que interceda por la amnistía o el indulto hacia ellos, y el Papa riendo me ha dicho: ‘Explícales ahora a ellos como funcionan estas cosas’”, explicó el P. Ricca.
El Pontífice recibió varios regalos y firmó varias fotos entre las cuales estaba una conocida imagen en la que aparece con el pulgar arriba. Las fotografías serán enviadas a los jóvenes reclusos que no estuvieron en el almuerzo.
De este modo, el P. Ricca pudo ver cumplido uno de sus sueños. “Soy capellán de la cárcel desde hace 35 años. He escrito un libro, ‘La cárcel como un atrio’, que da la idea de cómo he construido mi presencia en la cárcel, es decir, preocupándome de los tiempos, porque las cosas que se hacen ahora, hace 30 años eran impensables”, dijo.
El sacerdote esperó a que los tiempos fueran los propicios. Antes no había una capilla en la cárcel, pero ahora sí, dedicada al Buen Pastor, y el día de Pentecostés de 2014, fue bautizado uno de los reclusos.
Después, el 2 de febrero de 2015, el P. Ricca consiguió que se colocara una estatua de Don Bosco en el patio de la cárcel, de este modo, San Juan Bosco “regresó” a este presidio, que en sus tiempos era conocido como “La Generala”.
Fue allí, observando a estos jóvenes, donde el Santo se preguntó cómo sería la vida de estos reclusos si tuvieran un amigo fuera de la cárcel, alguien que les ayudara a dirigir su vida. Así nació el método de prevención de Don Bosco basado en la idea de formar antes a los jóvenes, en lugar de intentar recuperarlos después.