Existen aves de muchos tamaños, algunas con plumaje extraordinariamente llamativo, como las guacamayas; otras horribles, como los carroñeros llamados «quebrantahuesos», que vuelan sobre la cordillera de los Andes. Algunos científicos aseguran que las aves representan lo que queda de la evolución de los dinosaurios. Es difícil admitirlo como si fuera evidente, pues constituyen una diversificada sección del reino animal. Si no estoy mal informado, el avestruz es el ave más grande, cuyo hábitat natural son las estepas africanas. Por lo general, las aves surcan el cielo, pocos en soledad, la mayoría en parvadas. Muchas son migrantes, ya que huyen de los climas gélidos de los inviernos polares para ampararse en lugares veraniegos más amigables. Se nutren de una gran variedad de alimentos. Algunos, como las golondrinas, cazan insectos. Otros, como las distintas especies de águilas o de halcones, parecen caníbales, porque, además de acechar serpientes, conejos o ratones, se deleitan también en comerse otras aves. La mayoría se alimenta de frutas y semillas, y muchas otras de moluscos y pescados.
Entre las aves más feas, además de los murciélagos, podríamos enumerar los pelícanos. Con el gran pico de éstos compiten los tucanes, que esmeran su grande y bellísimo pico de vivos colores y sumamente práctico para desgranar los racimos de rica fruta tropical. No terminaría nunca si me propusiera hacer un listado de tanta variedad de pájaros que anidan en las escarpadas costas de los mares del mundo. De todos modos, no puedo pasar por alto las cigüeñas, a las que se les asigna la tarea de traer a los bebés desde París.
Parte del universo de las aves son también la infinidad de patos y de gansos, que no solo vuelan, sino que, sobretodo, nadan. Entre éstos sobresalen las inmensas parvadas de flamencos que, en ocasiones, colorean de rosa lagos enteros. Hay aves creadas para satisfacer todos los gustos del ser humano: resultan muy llamativos los cisnes, blancos y negros, los pavos reales cuando abren como abanicos de lujo sus colas; los quetzales, que, por su belleza, han sido elegidos como el símbolo nacional de los guatemaltecos. Muy curiosos son los pingüinos por la destreza con la que se deslizan en las gélidas aguas antárticas.
A los hombres nos caen bien sobre todo las gallinas, que nos regalan sus huevos, y también sus pollos, parte importante de nuestra dieta.
Algunas aves son dotadas de otra agudísima característica: su canto. En esto ninguna puede competir con los canarios, que inclusive aceptan la vida en cautiverio a cambio de poder alegrar, en los hogares, el corazón de niños y ancianos. Y Lo mismo podemos decir de algunos otros pájaros que acompañaban, como el cenzontle, a la Virgen María cuando se le apareció a san Juan Diego en el Tepeyac.
He dejado por último la mención de la variedad de las palomas, con todas sus subespecies: colones, crestunas, y las tortolitas, que siempre andan en pareja y sin miedo, plenamente familiarizadas con la presencia de peatones humanos. Las tortolitas merecen el título de ser el ícono del amor en pareja.
Monterrey, N. L., a 18 de agosto de 2024.
Gian Claudio Beccarelli Ferrari