Si algo he aprendido en mis tres años de ser una mamá católica es que la batalla de mantener el balance entre los aspectos religiosos y seculares de una celebración no son tan fáciles de llevar. Y, no es fácil, porque las celebraciones seculares casi siempre son más atractivas que su contraparte religiosa.
La Pascua no es la excepción. Como católicos que somos, la Pascua es la celebración litúrgica más importante del año. Es un día en que reafirmamos nuestra fe en la Resurrección de Cristo entre los muertos. Pero, para la mayoría de los chicos, es el día en que el conejo de Pascua les trae una canasta llena de dulces y regalos. Les garantizo que si ustedes le preguntan a cualquiera de sus hijos menores de 10 años que escojan entre ir a Misa para celebrar la Resurrección de Cristo o participar de una fiesta con conejo pascual incluido de seguro este gracioso animal ganaría.
El hecho es que, he descubierto que si me esfuerzo al máximo, siempre hay maneras de encontrar conexiones entre la religión y las tradiciones seculares. El como lo hacemos es nuestro desafío como padres, abuelos, tíos, tías y padrinos católicos que somos.
Por ejemplo, mientras tus niños les encanta la cacería de los huevos de pascua por la casa, (así se ganarían los premios escondidos dentro), les puedes explicar que la costumbre de los huevos de pascua tiene un origen cristiano y que simboliza a Cristo: así como el huevo oculta una vida que brotará, la tumba de Jesús también oculta su futura resurrección. También, que el anhelado conejo de Pascua es un símbolo cristiano de la Resurrección. Su uso se remonta a antiguos predicadores del norte europeo que veían en la liebre un símbolo de la Ascensión de Jesús y de cómo debe vivir el cristiano: las fuertes patas trasera de la liebre le permiten ir siempre hacia arriba con facilidad, mientras que sus débiles patas delanteras le dificultan el descenso. Estas pequeñas explicaciones -que se las puedes decir a manera de historias- pueden abrir la puerta para una discusión entretenida sobre el bautismo, la resurrección de Cristo, etc.
Aún si el niño es muy pequeño para entender lo que el Sacramento del Bautismo, por ejemplo, verdaderamente significa, es bueno ir introduciéndolos sobre este tipo de temas de una forma sencilla y entretenida. Por ejemplo, cuando tu hijo abra su libro de fotos y observe las fotos de su bautismo, junto con tu esposo pueden ir contándole que esas fotografías fueron tomadas el día en que ella entró a formar parte de la familia de la Iglesia. Tales argumentos, por lo menos, hacen que los hijos sean consciente de este sacramento y de lo que significa.
Explicando temas difíciles
Parte del desafío de hacer participar a nuestros hijos en las celebraciones religiosas es que la mayoría de las fiestas de la Iglesia son para adultos en naturaleza y contenido.
Por ejemplo, algunos años atrás, leí un libro sobre la Semana Santa y la Pascua a mi sobrina de cuatro años, Samanta. Luego de semanas de leer el libro, Samanta le hizo preguntas a su mamá -que sólo podría hacerlas niñas de cuatro años- acerca de lo injusto que había sido el arresto y la crucifixión de Jesús y como él se las “ingenió” para resucitar entre los muertos después de tres días.
En vez de apartar su atención de estos temas, mi hermana aprovechó la oportunidad de responder, de una forma creativa, las preguntas de Samanta a la luz del Evangelio.
Los muchos símbolos e historias que acompañan la Semana Santa y la Pascua provee numerosas oportunidades para comprometer a los chicos y enseñarles más acerca de la fe. En esta Pascua busca oportunidades para hacer conexión entre las tradiciones festivas seculares y las cristianas. Oportunidades hay, tu deberás aprender algo nuevo en el proceso.
Si no estás segura cuales son esas conexiones, debes visitar una librería local con libros para la Pascua y sus tradiciones o buscarlas en la web. Tu parroquia también debe tener recursos disponibles.
Los mayorcitos de la casa
¿Cómo hacer que los adolescentes se involucren en la Pascua? En esta etapa difícil y rebelde de todo ser humano, toma un poco más de esfuerzo hacer que ellos se involucren ya que por lo general los chicos aprovechan estas fiestas para pasar más tiempo con sus amigos en lugares de diversión o simplemente optan por estar fuera de casa. Por ello, conviene apoyarse en los grupos juveniles que existen en las parroquias o en los propios colegios. Casi siempre, durante los oficios de Viernes Santo, los pasajes del Evangelio sobre la Pasión de Cristo, su muerte y Resurrección son leídas o interpretadas en alguna obra teatral.
Estas obras a menudos son interpretadas en la Cuaresma y Pascua. Se sugiere que el grupo juvenil o grupo de amigos -con la guía de un párroco o liturgista- protagonicen la obra de la Pasión para la comunidad parroquial o escolar.