A cien años de distancia del inicio discreto de nuestra congregación, las Hijas de San Pablo, continuamos la misión que el Señor nos ha encomendado; esparcidas en 50 naciones del mundo.
Cada día es un nuevo inicio, y en este junio hemos iniciado un nuevo año, un nuevo ciclo; queremos continuar conscientes de vivir en una doble vertiente, como decía el Beato Santiago Alberione: por un lado, reconociendo las abundantes gracias recibidas y por otro cantando un “miserere” por todo lo que hemos restado a su gloria.
Gracias a la Santísima Trinidad por llamarnos a la existencia, a la vida cristiana y a la vida religiosa.
Gracias a nuestro padre san Pablo, por su presencia en nuestra vida, por ser nuestro modelo de vivir en Cristo.
Gracias a la Iglesia que nos acoge y valora nuestro diario desgaste por el Evangelio.
Gracias a quien recibe de buena voluntad el mensaje de Cristo a través de la obra evangelizadora.
Gracias a todos aquellos que admirando la obra emprendida por el Beato Santiago Alberione y sus 10 Instituciones, se adhieren a la obra de evangelización con los medios de comunicación social, sintiendo la necesidad de dar a conocer a Cristo y su misterio salvífico.
A todos los llevamos en la oración, convencidas de que la caridad a la que Cristo nos llama no tiene límites, ni confines…